A menudo, sentada en casa, no sabía qué hacer. Todos los días eran "grises" e iguales, carentes de colores, aunque comprendía que a mi alrededor ocurrían muchas cosas interesantes, pero como si me faltara un empujón del exterior, no para elegirme a mí mismo y perder el tiempo, sino para saber adónde y a qué hora debía acudir...